domingo, 15 de noviembre de 2015

NOCUENTO AMABLE. EL COMPRESOR Juan Josè Bocaranda E



NOCUENTO AMABLE.
EL COMPRESOR

Juan Josè Boc
Un lisiado, apoyado en dos muletas, no hallaba cómo bajar del carro un pesado compresor. Además, era necesario subirlo hasta el séptimo piso, donde vivía. Debía tomarse en cuenta, también, que el edificio carecía de ascensor.
El sujeto tenía dos hijos maduros. Pero, eran extremadamente flojos, irresponsables, descarados y vividores, Dormían hasta el medio día y regresaban borrachos por la noche. de manera que no podía contar con ellos en ningún momento o circunstancia. Carecía de carácter suficiente para enfrentar esta situación, imponiendo orden en el hogar, tanto más cuanto la mujer era casquivana, irresponsable y aprovechadora, pues sus padres y sus hermanos se beneficiaban, de una forma u otra, de los ingresos que obtenía el cojo con gran esfuerzo.
Esa tarde un vecino – llamémoslo Amabilis- que llegaba en ese momento en su vehículo, tuvo compasión del cojo y se acercó para ayudarle.
-¡Buenas tardes!
-(Nada, como si estuviera saludando a un morrocoy).
-¿Quiere que lo ayude a bajar el compresor?
-Pues ¿què màs?
Amabilis saca el aparato de la maleta del carro y lo coloca sobre el piso, dispuesto a marcharse.
El cojo:
-¡Oiga! ¿Acaso piensa dejarme así? ¿Qué se cree? ¿No ve que tengo que llevar el compresor hasta el piso 7, donde vivo?
-¡Ah! ¡Disculpe!
-En adelante cumpla con su deber para que no tenga que disculparse.
Y Amábilis, esforzándose más que  San Pujón, le lleva el compresor escalón por escalón y piso a piso.
-¡Aquí es! ¡Espere que abra la puerta para que lo coloque en el depósito!.
Así lo hace el amable vecino...
Cuando Amabilis va bajando el primer tramo de la escalera, en dirección a su casa, el cojo le grita desde la puerta:
-¡Tiene que estar aquí a las 6.30 de la mañana, para que baje el compresor!. No se haga esperar. Odio a la gente que no es puntual.
Al día siguiente el cojo se quedó esperando al señor Amábilis. Como era de suponer, se comió las muletas. Pero, eso no se quedaría así…¿Qué estaba creyendo ese irresponsable?.
En horas de la noche, Amábilis escuchó unos troconazos contra la puerta de su apartamento. Era el cojo. Airado, le gritó de tal forma que otros vecinos salieron a ver qué estaba ocurriendo.
-¿Por qué me dejó esperándolo? ¿No le advertí que soy adicto a la puntualidad?. Por culpa suya no fui a trabajar hoy. Que no vuelva a ocurrir. Mañana a las 6.30 de la mañana debe estar bajando el compresor. Si no, sabrà quièn son yo…
Y se aleja, rezongando en voz alta:
-¡Cómo está el mundo! Uno les da la oportunidad de servir de algo,  y  no agradecen. 
aranda E