LOS DOGMÁTICOS FRENTE A
LA IUSÉTICA
Juan José Bocaranda E
Por lo general, el
dogmatismo es más una actitud que una oposición intelectual. Tiene más de
interés práctico, inmediato, cotidiano, que de razonamiento profundo.
El dogmatismo
es una enfermedad que afecta a casi todos
los hombres de leyes de la Tierra, sea cual sea la latitud y el idioma mediante
el cual se la exprese…No sin cierta razón un jurista francés del Siglo pasado
afirmaba que el Derecho es esencialmente conservador.
El dogmatismo se
manifiesta a cada paso: en la docencia universitaria, donde los estudiantes de
Derecho reciben inyecciones indelebles que los castran de toda rebeldía; en los
tribunales y en los bufetes de abogados…Es la mentalidad reinante a lo largo de la historia, desde los griegos y
los romanos, hasta el presente. Pretendiendo, siempre, cerrar paso al avance de las ideas, a los
cambios necesarios que exigen los tiempos…
Menos mal ha habido
rebeldes que se han atrevido a desafiar las fijaciones y las petrificaciones
del Derecho, y a emprender “la lucha por el Derecho”. Como el ilustre jurista alemán Rudolph von Ihering,
quien escribió que “todo derecho en el mundo debió ser adquirido por la
lucha...”
Ahora bien, la
cumbre del dogmatismo jurídico, el punto
de partida del dogmatismo de los
dogmatismos, corresponden al tema de la relación de la Moral
con el Derecho, cuya historia nos muestra varias etapas:
A. una etapa de confusión, cuando en Grecia y Roma no habia
distinción entre normas jurídicas, religiosas y morales
B. una etapa de dependencia total del Derecho respecto a la
Moral, en la Edad Media.
C. una etapa de independencia entre la Moral y el Derecho,
con Thomasio, Fitche y sobre todo Kant,
y posteriormente el juspositivismo y el formalismo jurídico de la Escuela de
Viena……
D. una etapa de
dependencia parcial del Derecho respecto a la Moral, mas sólo en cuanto a los
principios…
A esta última etapa podría suceder la Iusética,
si no fuese porque se trata de una proposición apocalíptica,
que plantea la presencia real, plena, radical, de la Moral dentro
del Derecho…no “mas o menos”…no “un poquito cerca”…no “según
convenga o no”…no “según los intereses y los fines”…De ningún modo…Una unión
real y plena, o nada…Porque la
Iusética no está con las medias tintas, con las ficciones, con las apariencias,
con la falsedad…Presencia real y plena,
o nada de nada.
Los enfermos de
dogmatismo no quieren comprender que el
tiempo transcurre, y no en vano…que las necesidades cambian…que la mentalidad
cambia…que las instituciones deben cambiar…
El señor Kant no
tuvo la última palabra “hasta la segunda venida de Cristo”, respecto a la
relación de la Moral con el Derecho.
Kant no pretendió
ser dios de la eternidad del Derecho…Trazó un perfil, distinguiendo la Moral
del Derecho, para que no se confundieran. Su idea inicial no fue la de asegurar que, por naturaleza, el Derecho y
la Moral deben estar y permanecer separados. Su intención fue afirmar que el
Derecho es esto, éstas son sus características, y que, en cambio, la Moral es
lo otro…y estas son sus características. Y así las fue contraponiendo una a
una, desde la exterioridad hasta la coercibilidad, y eso fue todo...
Lo que ocurre es
que a la burguesía en auge convino de maravilla esa distinción, pero
convertida en separación, para que resultase fácil hacer con el Derecho y a través
del Derecho todo lo que cuadrase con sus intereses, y sin las interferencias de la molesta conciencia
moral.
Desde entonces la Moral se ha hecho marchar por
un lado, y el Derecho por el otro, separados por la mayor distancia posible,
aceptándose hasta ahora una injerencia de la Moral, tibia, tímida, endeble,
bobalicona y hasta ridícula. Es
lo mismo que ocurre respecto a la relación entre la Moral y la política: al
“buen político” conviene la separación… La Moral para allá, lo más
lejos posible…salvo para los discursos…y la política por acá. lo más cerca
posible, como una prostituta…porque con las prostitutas todo todo está
permitido, sin las molestias de la conciencia moral…
Así, pues,
Moral y Derecho…
Moral y política…
Enmanuel Kant y
Nicolás Maquiavelo…
par a par…
Llama poderosamente
la atención que ciertos juristas y
profesores de Derecho, cuanto más éticos y moralistas dicen ser en las aulas y
en la prensa y frente a las cámaras de televisión, más recalcitrantes se
muestran en su defensa dogmática de una separación eterna entre la Moral y el
Derecho, cuando debería ser lo contrario. Porque ¿¿¿quién deberia estar más interesado en la
injerencia de la Moral en el Derecho, que un jurista que valora la Moral???
Pues bien, esos
falsos moralistas rechazan la conjunción porque contradice y frustra sus
intereses creados. ¡Cuántos de ellos son a la vez empresarios o políticos o funcionarios a quienes resulta un estorbo la
injerencia de la Moral en el Derecho!.
El asombro sube de nivel cuando se observa cómo entre los opositores
más escandalizados se encuentran juristas que se dicen cristianos y quienes por ello deberían favorecer
la fusión de la Moral con el Derecho.
Porque el Derecho se convertiría en un instrumento del bien y para el bien y
dejaría de ser un instrumento para el mal, como suele utilizarse…Luego, ¿dónde
queda la ética de todos ellos?
Es más: hay sacerdotes católicos que cierran paso a
toda idea de conjugar plenamente la Moral con el Derecho. Es algo
contradictorio. Increíble. Absurdo. Grotesco. Estúpido...
Habría que
preguntar al señor sumo pontífice, qué
opina. Si está o no de acuerdo con la unión de la Moral con el Derecho, o si es
de los que se horrorizan ante esa posibilidad.
Favorecer el divorcio
de la Moral y el Derecho es como decir
“dejemos al diablo suelto, haciendo de las suyas torciendo el Derecho a pleno
gozo y pleno dar”.
Y esto lo demuestran
las realidades nacional, regional y mundial: el Derecho no se respeta. Los
políticos juegan con el Derecho, cosa que no podrían hacer con la Moral.
¿O sí?