domingo, 6 de noviembre de 2016

JÓVENES AVIEJADOS Juan José Bocaranda E





JÓVENES AVIEJADOS
Juan José Bocaranda E

Hay jóvenes jóvenes, y jóvenes aviejados. Los jóvenes aviejados son los que tienen arrugada, muy arrugada, la piel del alma, tanto que, porque funcionan al revés,   se burlan y se ríen de quienes tienen arrugada la piel del cuerpo. Su forma de pensar y de sentir giran en sentido contrario a la  lógica de la vida, a esencia de lo correcto, de lo sano. Porque para ellos la rebeldía juvenil tiene que ser torcida, mal encaminada, pues –opinan- ser joven es, necesariamente, ser disparatado. Por ello, recurren al aguardiente, a las drogas, a los deportes extremos y suicidas; por ello se ponen en riesgo a cada momento. Buscan amistades falsas y dolosas. Quieren una vida fácil, sin compromisos, es decir, sin seriedad. Porque para ellos ser serio equivale a ser tonto. Y ellos son tan poco tontos, que, debido a su  clara inteligencia, a su sabiduría indiscutible, a su “genialidad” evidente, terminan en la cárcel, en el manicomio o en la tumba, lógico resultado de sus locuras y de sus fechorías.
Existen los achaques de la juventud aviejada: agotamiento físico y metal prematuros, pensar errático, carácter volátil, bipolaridad inconsciente, quisquillosidades estúpidas, fanatismo, insinsensibilidad humana y social, moralidad obtusa, dejadez, irrespeto, optimismo irracional,  recurso a la fuerza y la violencia, apegos idiotas, admiración por lo estrambótico, por lo torcido, por lo que signifique dominio, prepotencia y abuso.
La estupidez de los jóvenes aviejados es de tales proporciones, que les impide pensar en su futuro inmediato, en su pronto envejecimiento, debido, justamente, a la vida desordenada, que los arrastra al punto que ellos desprecian y temen al mismo tiempo: la vejez.
Si se detuviesen a pensar un poco antes de precipitarse a tomar decisiones dementes, terminarían por reconocer que el tiempo hace mella sobre todos los seres de este mundo y que ellos llegarán a ser viejos, a menos que la muerte se lo impida.
En vez de despreciar a los ancianos, siguiendo la tónica de Occidente, deberían abrigar sentimientos de admiración hacia aquéllos,  como sucede en el Japón, donde los jóvenes hallan en los ancianos un venerable tesoro de experiencias adquiridas mediante una vida ejemplar, útil y sana.
Sí. De los ancianos deberían aprender tantos jóvenes aviejados, de èsos que creen que la juventud radica en la lisura de los pellejos y no en las energìas del espíritu; que hemos venido al mundo solamente a divertirnos, y que no hay cosas màs importantes que las playas y las canciones de moda plagadas de estupideces.
Desgraciadamente el Mundo está repleto de jóvenes aviejados....