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GOBIERNOS MALOS Y MALOS GOBIERNOS
Juan José Bocaranda E
Hay gobiernos malos y
hay malos gobiernos. No es lo mismo, a nuestro modo de ver.
Planteamiento
Muchas personas,
cuando enjuician al gobierno de turno, en los Bancos, en la calle, en los
Supermercados, en las Universidades,
frente a la inseguridad, al desorden, al caos social, al escaso
resultado de la gestión gubernamental, utilizan casi siempre la expresión “gobierno malo”, lo cual mezcla y confunde las cosas.
Otros ciudadanos,
por el contrario, utilizan la expresión “mal gobierno”, trasvasando
entonces el núcleo de la primera expresión a la segunda, con lo cual mezclan
también las cosas y arrastran a la confusión de la realidad.
Así, pues, es
preciso distinguir. Nosotros expresaremos nuestra opinión al respecto, aunque
no faltarán críticos que tilden de innecesaria la distinción. Distinción que
nosotros valoramos frente a la necesidad
de que todo gobierno cumpla el deber moral de conjugar la consciencia con la conciencia.
Quienes no otorgan importancia a estas exigencias, caben perfectamente en
la cauda funcionarial de quienes sólo van tras la pitanza y no les importa ni
un ápice el asunto de los principios.
“MAL GOBIERNO”
El concepto de “mal gobierno” se refiere, fundamentalmente, por
contraposición, a la cuestión de la capacidad administrativa.
A la habilidad sana para manejar los asuntos –todos los asuntos- del
Estado. Y ello se da en la medida en la que el Gobierno esté integrado por
personas preparadas, por personal intelectual y técnicamente idóneo. Pero, sin
olvidar algo fundamental: que sean funcionarios probos, dignos, rectos,
plenamente responsables. Porque, para
que un gobierno sea efectivo, se requiere que conjugue la eficacia de la ley
con la eficiencia del funcionario. Para lo cual es indispensable que
haya consciencia y conciencia. Es decir, que los conocimientos técnicos de los
funcionarios sean conducidos por la conciencia moral, por la Ley Moral,
específicamente, por el Principio Ético Constitucional.
Como se ve, el núcleo fundamental del concepto de “buen gobierno”, es la capacidad
intelectual, mas acompañada y conducida por la seguridad moral del funcionario. Es decir, por la garantía
de que esos funcionarios aplicarán sus saberes técnico-administrativos en pro
de la sociedad, con rectitud de conciencia, en atención al Bien y en función de
la dignidad humana.
Con lo anterior
queremos destacar cómo el concepto de Gobierno,
desde la perspectiva que nos ocupa aquí y ahora, consta de un núcleo central o
condición básica, que es la capacidad técnica, y de un condicionante concomitante
necesario, que es la rectitud moral.
“GOBIERNO MALO”
Mientras el
concepto de mal gobierno alude a la incapacidad
administrativa, a la inefectividad administrativa, porque no genera los resultados
prácticos satisfactorios que la población podría esperar, el concepto de gobierno malo hace
referencia a la falta de la honradez de los funcionarios, a un comportamiento negativo
frente a los valores éticos y a los
principios morales.
En el primer
caso se trata de un gobierno integrado por personas incapaces, de escasos
conocimientos técnicos, de personas ignorantes, (aunque lo suficientemente
voraces como para asumir cualquier cargo que se les ofrezca).
En el segundo
caso se trata de un gobierno masivamente corrupto, perverso y sistemáticamente
abocado a la realización del mal. Puede que en este renglón haya funcionarios más
o menos preparados desde el punto de vista técnico. Pero esto importa muy poco
porque el ambiente general de un régimen corrupto, sofoca toda iniciativa
plausible, por lo que los funcionarios capaces quedan marginados y terminan por
disvalorar la necesidad y la calidad de sus conocimientos.
Quiere decir que
un Gobierno es
bueno cuando se apoya sobre la condición básica de la rectitud moral
de los funcionarios y cuando le acompaña el condicionante, también necesario,
de la capacidad técnica. Porque un Estado no puede progresar si no existe la
capacidad técnica indispensable, aunque lo integren funcionarios canonizables y
dignos de ser elevados a los altares. En otras palabras, el “Gobierno bueno”
requiere la conjunción armónica de la conciencia (moral) y de la consciencia intelectual
(conocimientos técnicos).
De lo anterior
cabe el siguiente cuadro-síntesis:
Mal gobierno –Buen gobierno
Gobierno malo – Gobierno bueno
Cabe hablar de “mal gobierno” cuando
es ineficiente, cuando carece de la capacidad administrativa necesaria. En este
supuesto, la mayor o menor rectitud moral de los funcionarios no puede suplir
la falta de conocimientos técnicos.
Por otra parte,
un “buen gobierno” sin
la fundamentación moral, es técnicamente eficiente, pero también criticable
debido a la ausencia de rectitud moral de los gobernantes, ausencia que a la
larga o a la corta termina por generar la ineficiencia, porque la falta de Moral corroe y desmorona las
instituciones y los Gobiernos.
Gobierno malo es el intrínsecamente perverso, minado por la corrupción,
la arbitrariedad, el abuso, la prepotencia, la violencia. En dos palabras: es
un gobierno inmoral. Es tanta su perversión, que
o la ineficiencia es voluminosa o la escasa observable resulta asfixiada por la
podredumbre moral.
– Gobierno bueno:
sería un Gobierno ideal. La expresión implica satisfacción de las exigencias técnicas
sobre la base de la satisfacción de las exigencias morales.
PREGUNTA FINAL:
¿Existen los “GOBIERNOS
BUENOS”???