sábado, 16 de abril de 2016

CÓMO SE DEBE CRITICAR UN LIBRO Y CÓMO CRITICAR EL LIBRO IUS-ÉTICA, EL DERECHO DEL NUEVO MILENIO. Juan José Bocaranda E




CÓMO SE DEBE CRITICAR UN LIBRO Y CÓMO CRITICAR EL LIBRO  IUS-ÉTICA, EL DERECHO DEL NUEVO MILENIO.
Juan José Bocaranda E

Nuestro libro Ius-ética, el derecho del nuevo milenio, puede ser objeto de crítica como cualquier otra obra. Más aun, debe ser criticado para que el autor tome consciencia de los errores que posiblemente contenga…No somos dogmáticos ni supremáticos y estamos abiertos a todo debate racional y objetivamente conducido. Pero, debate público, serio, reflexivo…
La crítica debe ser verdadera critica, no criticonería, propia de gente volátil e irresponsable y mediocre…de los mediocres del cuchiqueo mesquino y de las sombras infladas. Porque la criticonería y los correspondientes criticones, lo que hacen es desprestigiar la idea de crítica, de la verdadera crítica, elevada al rango de auténtica co-creadora del ser humano, como sugiere el filósofo R.C. Kwant en su famoso libro La critica hace al hombre…

El juicio de valoración es algo serio, algo digno. Por consiguiente, la crítica debe ser objetiva, bien intencionada y efectuada dentro de determinados parámetros y condiciones, y por personas conscientes y responsables.

No merece el nombre de “crítica”, -ni quienes presuman de serlo tomados en cuenta-, cuando no la realizan en condiciones mínimas de respeto a ella misma, así como a la persona o personas involucradas.
De ahí la actitud estúpida de quienes prestan atención a las “críticas” que un grupo de ebrios -profesionales o no- “hacen llover” una noche de farra, contra determinado libro y su autor. Porque, por una parte, un bebedero de aguardiente no es el lugar más conveniente, ni un estado de borrachera la forma más idónea para realizar la crítica.

La extensión de la crítica debe ser proporcional a la del objeto criticado.
Cuando se critica un artículo periodístico o un aspecto del mismo, podría ser suficiente otro artículo periodístico. Pero cuando se plantea controversia sobre el sistema de ideas expuestas en un libro, lo más lógico, digno, noble, convincente y sobre todo responsable, es que el crítico conciba, elabore y redacte otro libro, expresamente dirigido a la refutación, tomando en cuenta la estructura total, no elementos aislados, fuera de contexto.
Faltaría, pues, a la ética una persona que pretendiese objetar un libro con dos o cinco frases, ni siquiera con uno o más artículos, sin proporción en cuanto a la extensión ni al grado de reflexión.
Sería extremadamente fácil, deshonesto, irresponsable y menos que mediocre, pretender derribar de dos plumazos, conceptos elaborados durante largo tiempo de estudio.

Obviamente, las objeciones deben expresarse mediante razonamientos pertinentes,  desarrollados conforme a las exigencias de la lógica, deteniéndose en las cuestiones fundamentales, profundizando en ellas, sin tautologías ni peticiones de principio, ni utilizando falacias o recursos ad hominem, como suelen hacerlo los bellacos y los palurdos.

La crítica debe constituir un aporte original, valioso, calificado. Por consiguiente, no debe limitarse a repetir conceptos archiconocidos, lugares comunes, ni copiados de otros autores; ni a perpetuar puntos de vista obsoletos o moral y socialmente desfasados.

La crítica debe manifestar que ocupa un nivel elevado  de pensamiento, de tal calidad, que supere, evidentemente,  el aporte de la obra cuestionada. Y si el autor propone un sistema, el crítico debe proponer otro sistema, que manifieste  ser superior, pleno, creativo, adecuado, novedoso, útil, capaz de impulsar el desarrollo práctico en la materia debatida, atendiendo al carácter y a los requerimientos de los nuevos tiempos.

No tiene mérito alguno tratar de abortar una propuesta y no estar dispuesto a sustituirla por otra superior.

La crítica no debe ser impulsada por el ánimo innoble de destruir. Antes por el contrario, debe emanar de un sentimiento de nobleza y del deseo de contribuir al progreso de la sociedad y de la humanidad. De lo contrario, no vale la pena…

Estamos conscientes de que constituye no sólo un derecho sino también un deber, refutar aquellas tesis que consideremos erróneas o perjudiciales para el ser humano, para la sociedad, para la naturaleza, para el destino del hombre, etc.etc. porque contribuyan a su envilecimiento o frenen su evolución.

La critica seria, racional, constructiva y noble,  no cabe en el ambiente de un bar ni en una noche de farra. Y quienes prestan oídos a tales  “críticos”, están tan ebrios de estupidez como los propios “criticones”…

Seria de desear que quienes no estan de acuerdo con las ideas que expresamos en nuestra obra, dieran la cara, dispuestos a esclarecer las ideas en un debate de altura que-
estamos absolutamente seguros- sabrían sostener impulsados por su indudable amor a la verdad, como debe esperarse de quienes hacen gala de honestidad intelectual.