TRISTEZA. Osho.
DESPEDIDA. CUENTOS DE LA TROJA DOS.
Bueno. Ya estoy aquí, por si no te has dado cuenta. ¿Para qué me
llamaste? ¿Por qué precisamente en este Centro Comercial y no en el más cercano
a mi oficina? ¿Que éste es menos congestionado? Pues bien. Entonces comencemos
desde el principio. ¿A qué se debe que por fin te hayas decidido a tratar el
asunto, después de tantos meses, a pesar de mi insistencia? ¿Por falta de
tiempo? Pero para andar por allí pendejeando y de bar en bar no te ha faltado
tiempo…Sí. Estoy más enterado de tu vida de lo que tú te imaginas. Por ejemplo,
sé que abandonaste a tu mujer y a tus hijos porque estás muy enamorado de esa
otra mujer. Y a pesar de lo buena que ha sido tu esposa, tan correcta, tan
amable, tan colaboradora y hasta abnegada, cosas que tú no aprecias. Sí…Porque
te dejas deslumbrar por la belleza física. En cambio tu mujer es de una belleza
interior, espiritual…Claro. Tú no aprecias esas cosas. Estás hecho para lo transitorio,
para lo superficial. Por eso has fracasado, no por falta de oportunidades. ¿Qué
no te regañe? ¿Que no me llamaste para eso? Ya sé. No aceptas críticas. Lo que
pretendes es que yo diga amén a tus idioteces. ¿Que no son idioteces? Claro.
Son genialidades…Lo que pasa es que yo soy tonto y no distingo entre lo bueno y
lo malo. Porque siempre te has creído muy inteligente, el más vivo de la casa.
Por eso tus hermanos tienen muy malos recuerdos de ti…En efecto, te odian. Es
cierto. Porque tú los has tratado muy mal desde que eran unos niños. Siempre
arrebatándoles los juguetes para romperlos y después morirte de la risa. Y ese
espíritu de crueldad se mantiene contigo. No te das cuenta de que fracasas en
todo justamente por esa tendencia tuya a pensar mal de la gente y a querer apabullar
a todo mundo. Volvemos a lo mismo. Sí. Es cierto que te regaño. No mereces otra
cosa. No te alabaré, no te felicitaré porque hasta ahora no has logrado nada
que valga la pena. No quisiste estudiar. Cuando te dije que te pagaría los
estudios en la universidad me diste la espalda muchas veces. Tampoco a tu madre
le prestabas atención. Así es. Tampoco ella te quiere ahora. La has
menospreciado muchas veces. Y la has hecho sufrir mucho, mucho. Siempre dándote
buenos consejos para que abandonaras aquellas amistades perjudiciales, que
hasta te arrastraron a las drogas y a la cárcel……Pero, cambiemos de asunto ya,
para no tener que arrecharme de nuevo…Dime para qué me llamaste a reunirnos
aquí y ahora. ¿Que ya no quieres decirme nada? ¿Luego me haces perder tiempo
para venir a caer en la misma cantaleta?
Entonces, adiós. Que tengas buena suerte, pues la necesitas. Que
despiertes, tomes consciencia y te
corrijas. Adiós.
¿Que si quiero que me lleves en tu carro? No. De ninguna manera. Me iré
en un taxi o en autobús. Menos mal que traigo mascarilla por eso del
corona-virus…Por cierto, usa mascarilla. ¿O es que quieres morirte pronto?