miércoles, 22 de junio de 2016

CONTRA EL ABSURDO RECALCITRANTE Juan José Bocaranda E




CONTRA EL ABSURDO RECALCITRANTE
Juan José Bocaranda E

Cuanto más dura sea una roca, más se debe insistir. Hasta que por fin salte en mil pedazos, debido a la dinamita de la historia...

Decimos esto a propósito de la cerrazón recalcitrante de quienes se niegan a la verdad, en especial de quienes lo hacen en las sombras del silencio perverso, de la ignorancia voluntaria, de la opción por la mentira de todos aquellos que prefieren sacrificar lo obvio y lo inegable,  en aras de los intereses creados, no obstante su  presunta condición de defensores públicos  de la verdad y de lo justo. Más aun, de los valores éticos, de los principios morales. Más todavía, de su fanática concepción religiosa...

Nos referimos a quienes rechazan a priori y a ultranza,  la posibilidad de que el Derecho y la Moral marchen juntos, realmente conjugados, con una finalidad básica: contribuir a la realización del Bien y de lo justo.

Desde que Kant se dedicó al estudio de las relaciones entre el Derecho y la Moral, muchos quisieron entender que el filósofo de Konigsberg  había “decretado” una separación metafísica, y no efectuado, simplemente.  una distinción,  necesaria para tener claro el perfil de la Moral y el Derecho.


Siendo Kant un hombre inteligente, no podemos concebir que hubiese tenido la pretensión de hallar entre el Derecho y la Moral una separación “natural” que tornase absolutamente imposible la conjunción de ambos. No creemos posible que para Kant el Derecho fuese algo ajeno a la evolución histórica ni que ignorase que en tiempos de Grecia y Roma antiguos había reinado confusión entre las normas morales, las jurídicas y las religiosas. Consciente de ello, justamente para combatir esa confusión, se abocó a distinguir –nunca a “separar”- el Derecho de la Moral.

Y si ya es un absurdo pretender una separación “natural” entre el Derecho y la Moral, mucho más lo es que algunos  vean con horror una simbiosis,  cuando es un hecho que la conjunción de la Moral con el Derecho es un desiderátum pues  habría mayor garantía de que el Bien que predica la Moral, sería realizado por el Derecho, por un Derecho de nuevo cuño, redimensionado.

Por eso, llama poderosamente la atención que ciertos  juristas, profesores de Derecho, cuanto más éticos y moralistas dicen ser en las aulas y en la prensa y frente a las cámaras de televisión, más recalcitrantes se muestran en su defensa dogmática de una separación eterna entre la Moral y el Derecho, cuando debería ser lo contrario. Porque ¿quién deberia estar más interesado en la injerencia de la Moral en el Derecho, que un jurista que valora la Moral?

Pero, la ponderacion sube de nivel  cuando se observa cómo entre los opositores más escandalizados se encuentran  juristas que se dicen cristianos y quienes por ello deberían favorecer la  fusión de la Moral con el Derecho, porque éste se convertiría en un instrumento del Bien y para el Bien y dejaría de ser un instrumento para el mal, como suele utilizarse…

Hasta hay sacerdotes católicos que cierran paso a toda idea de conjugar plenamente la Moral con el Derecho, lo cual luce contradictorio, increible, absurdo.

Luego, ¿dónde queda la etica  de todos ellos? ¿Dónde su responsabilidad moral? ¿No comprenden cuánto mal podría evitarse en el Mundo si la Moral rigiese a través del Derecho, en una simbiosis creativa, consciente de la distinción entre ambos y  en una relación donde ni la Moral ni el Derecho pierden su entidad, sino que la conservan en una nueva dimensión?