Narrador: DIÓGENES
140.LA VIDA UNIVESITARIA DE LOS SIETE SABIOS.
Convencidos los Sabios
de que lo importante no es “parecer”
sino “ser y saber”…
Quizás sea conveniente recordar que los Siete Sabios
de Grecia fueron enviados a su país por Zeus, para que por experiencia
inmediata percibieran en pellejo propio cómo se estaba batiendo el cobre en los
nuevos tiempos.
El Prefecto de Disciplina, por nombramiento del Dios
del Cielo y de los Truenos, fue Diógenes Kastañazos, quien acompañaría a
los Siete durante su no muy larga estadía en Grecia.
Lo único que pudo conseguir Diógenes para que vivieran
los Siete y él en Atenas, fue un rancho miserable, ubicado al oeste de la
ciudad, en el barrio “Los Mamónides”.
“Los Mamónides” había sido bautizado por sus propios
habitantes, para aludir al hecho de que todo el que vivía allí, llegaba
“mamado” de agotamiento físico, mental y moral, en un cuento de nunca acabar.
Cuando los Sabios se establecieron en el rancho, donde
convivirían con los más pobres de los pobres, alimentándose como los
cochinchinos, de sapos y cucarachas, colocaron a la entrada del barrio un gran
letrero que decía: “Nuestra mayor virtud es subsistir”.
Los Siete Sabios no estaban
desvinculados del Derecho. Antes por el contrario, les entusiasmaba por más de
una razón, en especial a Solón, por haber sido legislador. Además, lo
exigía el Reglamento impuesto por Zeus.
Para Zeus, era fundamental
el conocimiento del Derecho porque a través del mismo debe canalizarse el Bien,
irradiándose hacia toda la sociedad.
Los Siete debían desarrollar discusiones jurídicas en
el rancho, varias veces a la semana, y asistir, por turnos, a las clases de
Derecho que se impartían en Ucevépolis. Por turnos, porque tenían otras tareas, unas en relación con la
subsistencia propia, otras en relación con la comunidad. Una comunidad pesada,
indiferente, reacia a colaborar y casi totalmente dividida.
Los Sabios asistían a las
clases en calidad de simples “oyentes”. Carecían, todos ellos, de los papeles
necesarios para la inscripción. Sin embargo, eso no les impedía aventajar a los
alumnos regulares que, por serlo, pretendían obtener el título sólo por esa
circunstancia. Lo único que interesaba a la inmensa mayoría de ellos, era
graduarse para salir a despellejar a sus compatriotas, utilizando el título
como bate, palanca o puñal, si era necesario, y dispuestos a entregarse al
mejor postor bajo la divisa “Lo mío es el billete, nada más”.
Convencidos los Sabios
de que lo importante no es “parecer”
sino “ser y saber”, prestaban la debida atención a las explicaciones de los
profesores, quienes en su mayoría les dispensaban un trato despectivo con el
pretexto de que no eran alumnos regulares:
en realidad obraban así porque los envidiaban ya que eran considerados
“sabios”, y lo eran sin necesidad de papeles ni de títulos, como lo presumen
otros.
Para asistir a la
Universidad, Tales, Quilón y todos los demás, tenían que levantarse muy temprano, a las 4 de la
madrugada, pues las clases comenzaban a las 7. Tenían que ir a pie desde el
barrio hasta la Universidad, y con el estómago vacío. Sin embargo, se
destacaron al punto de que muy pronto
ganaron prestigio en toda la institución.
Había en los Siete -unidos
por idénticos principios- algo que incomodaba a los profesores hasta el punto
de reunirse para concebir la forma de expulsarlos: era la gran cantidad de
preguntas “indiscretas” que les arrojaban como pedruscos imprevistos, poniéndolos en apuros. Porque eran preguntas de
profundidad, no por salir del paso ni relativas a cuestiones de poca monta
intelectual o moral. Eran preguntas que esperaban respuestas serias, que
requerían concentración e interés. Porque, ¿ qué concentración puede haber si
no existe el interés, un interés de altura, de principios filosóficos y
morales?
-Hasta parece que se trata
de algo planificado para hacernos quedar mal -comentaban algunos profesores.
-Debe ser que no tienen
cosas más importantes que hacer en su día a día
-Deben ser millonarios o
mantenidos por enemigos nuestros.
Algunos profesores se
hacían los sordos para obviar las
preguntas de los Sabios. Pero, llegó un momento en que todos los alumnos, con
mayor o menor intensidad, exigieron respeto, seriedad y respuestas directas y
claras. Y hasta hubo amenazas de paro estudiantil. Los profesores tuvieron que
dejar de lado sus amarillentas libretas de viejos apuntes de cuando estudiaban
Derecho en tiempos de Calístenes, y abocarse a serias reflexiones sobre las
materias planteadas por los Sabios.
-¡Esos sabiondos del
carajo!- gritó un profesor que casi paró en loco.
-Sabiondos ustedes, pura
apariencia y vaciedad -les respondió una alumna que después se destacaría como
abogada del ultrafeminismo.
-Ustedes, cuando un libro
no les interesa porque los incomoda y los adversa, recurren a las campañas del
silencio, pero esa treta ya no le funciona -agregó la líder.
En fin, la vida de
Ucevépolis en adelante no sería la misma. Las de los Sabios tampoco.
140.1. FILOSOFÍA DEL
DERECHO CAVERNARIO. EL PROFESOR PAKIDERMOS.
El Derecho, ¿”Gran Regulador”, como lo definió Norbert Wienner? ¿O
Derecho “des-regulado”?
El único regulador verdadero y adecuado del Derecho, es la Moral.
Un día, cuando asistieron
Solón, Bias y Quilón, les dio clase de Filosofía del Derecho el megadoctor Rapácides Pakidermos, summa cum de la Universidad de Bursidán y proponente
de la Cátedra de Derecho Neopuro, por idea traída de Europa.
-Profesor: - le pregunta Solón- ¿qué opina de
la propuesta que hay por ahí de conjugar la Moral y el Derecho en un Estado
Ético de Derecho?
-¿Qué debo decir sino que se trata de un
formidable disparate, más grande que la Tierra? Sólo a un lunático ignorante se
le puede ocurrir semejante aberración.
-¿Aberración?
-¡Claro! ¿Ese sujeto no sabe que el Derecho y
la Moral jamás pueden unirse, que desde hace más de dos mil años han estado separados y que así deben
continuar porque así lo decretaron las tres divinas personas?
-¡¿Las tres divinas personas?
-Sí. Cristian Thomasio, Enmanuel Kant y Juan
Amadeo Fichte. Y ratificado por otras razones por la Escuela Positivista y el
formalismo jurídico de la Escuela de Viena.
Una persona medianamente inteligente debe
comprender que la unión de la Moral con el Derecho es algo imposible. Algunos
basan esta imposibilidad en que el
Derecho permite actos que prohíbe la Moral. Otros, en que la Moral se
caracteriza por la interioridad y el Derecho por la exterioridad. Pero yo
desestimo por inútiles estos argumentos. Los míos son argumentos fácticos, de
realidades, no de idealidades, motivos prácticos, no teorizaciones metafísicas.
-¿Y cuáles son esas razones prácticas que
hacen imposible la conjunción de la Moral y el Derecho?
-La Moral se convierte en un estorbo para el
progreso humano y de las instituciones; arranca autonomía a los Poderes del
Estado e impide que éste establezca las leyes conforme a las necesidades de
expansión y ascenso del capital.
-En otras palabras, el problema de la Moral
es el de que impide que la ley establezca abusos y desmanes; que los
funcionarios hagan lo que les convenga; que los jueces se desvíen y los
mandataríos abusen del poder. ¿Verdad?
-Así es, exactamente. Por consiguiente, según
Usted, debe haber una separación radical entre el Derecho y la Moral.
-Sí. La Moral no tiene nada pero nada que ver con el Derecho y el Derecho
no tiene absolutamente nada que buscar en la Moral.
-¿Quiere decir que el Derecho puede ser todo
lo injusto que establezcan los intereses de los poderosos, con total libertad.
-Sí. Con la más absoluta libertad.
-Luego ¿para Usted lo que debe existir no es
un Derecho fundado en la razón y en la justicia y en la esencia de lo humano,
sino un Derecho de la fuerza? ¿Un Derecho Cavernario?
-Llámelo así, si quiere.
Bias le preguntó: ¿Usted opina que el
homicidio debe ser castigado? ¿Por qué?
-Debe ser castigado, mas no por razones
morales sino exclusivamente prácticas. Al Derecho no le interesa para nada el
asuntejo de la Moral.
-¿Y cuáles serían esas razones prácticas que
imponen la necesidad de la ley penal?
-Son varias las razones:
1º.por política social,
para aparentar que se cumple la justicia
2º.para cubrir las
apariencias de bondad y corrección
3º.para apaciguar a los
deudos y evitar venganzas por cuenta propia
4º.para justificar la
creación de tribunales y dar ocupación a los desempleados
5º.para que no nos señale
la comunidad internacional.
Repito: la Moral no tiene
injerencia en el Derecho. Y así debe
seguir siendo por lo siglos de los siglos. El Derecho debe ser libre. No
necesita beatas ni chaperonas. Si se aceptase la Moral en el Derecho, ¿qué
sería de los negocios en general? ¿Ustedes quieren que desaparezca la sociedad?
¿Ustedes quieren que la gente se muera de hambre? ¿Y dónde quedarían la
productividad, el producto territorial bruto y las leyes de la economía? Pues
ello sucederá cuando se admita la injerencia directa de la Moral en el Derecho.
Y yo no podría seguir aquí brindándoles mis valiosos conocimientos éticos y
jurídicos, porque tendría que renunciar.
Intervino Quilón:
-Profesor, ya que usted
sabe tanto, ¿por qué no escribe un libro contradiciendo al que propone la
simbiosis de la Moral con el Derecho? Así podría demostrar que es Usted quien
tiene la razón.
-¿Usted qué quiere? ¿Que
tenga que estudiar Derecho de nuevo, cuando ya mi vida está hecha y mi sistema
profesional armado?
-Ahhhh…!Eso es todo! Eso es
todo- concluyó Quilón- Usted defiende el Derecho Cavernario porque si no
existiese éste, ¿qué sería de los privilegiados del Derecho? ¿Qué sería
de los usureros, de los banqueros, de los especuladores, de los
contrabandistas, de los ladrones de cuello blanco, de los jueces alcahuetas, de
los policías complacientes, de los traficantes de armas o de drogas? ¿Qué sería
de los funcionarios ladrones?
140.2.EL PARAGUAS PROTOCOLAR DEL PROFESOR AVENTOKLES
Después de las meditaciones vespertinas, los Sabios
se reunieron en el hall trasero del
rancho para entretener el hambre.
Todavía latía en ellos el malestar que les habían
dejado en el ánimo el ser y la manera de ser del Profesor Pakidermos. Con su
esponjamiento sapiencial, sus poses aristocráticas, su exposición engolada, su
rustiquez moral, su miseria interior, y, sobre todo, con su notorio y descarado
desprecio por los asuntos de la Moral.
-Es característico -dijo Pítakos- de la gente que menos vale: la mediocridad,
que descansa sobre la solemnidad y la
incapacidad para las cosas grandes.
Apenas estoy en presencia de un hombre
mediocre,-dijo Quilón- lo distingo por sus poses tiesas, por su orondez de botija. Es lamentable que la Escuela de Derecho esté
plena de profesores orondos, que se creen dueños de la verdad y que tienen
derecho a imponer sus opiniones retrógradas, que terminan por frenar el avance
de la sociedad. Nada tan digno y ejemplar como un profesor humilde, comprensivo
y amplio…
-Por cierto, Quilón, -intervino Cleóbulo-
dinos qué es lo que llamas “el paraguas protocolar”...
-Bien, Cleóbulo: Al recordar al siempre solemne profesor Aventokles, que
todos conocemos, pienso en el grandísimo esfuerzo que hace el mediocre al
adoptar poses solemnes aun para las
cosas más simples de la vida.
-¿Tú crees? -preguntó Tales
-Sí. Cuando
nota que alguien lo está mirando, adopta de inmediato esa pose de globo,
pues necesita “darse importancia”. Mientras está en público, tiene que mantener
esa apariencia.
La conversación se repartió entre todos, y cada
quien agregó sus comentarios:
-Entonces, por la noche debe llegar muy cansado a
casa, después de una larga jornada de aventada “importancia”.
-Por eso pienso que si alguien es merecedor de
compasión cristiana es el mediocre.
-Pero también de admiración, pues no deja de ser
admirable el hecho de que esa persona pueda andar a la vez espetada y fruncida,
situación que no me parece natural.
-Y por no ser natural, hemos de suponer que el mediocre recurre a medios
artificiales para obtener esa figura de globo.
-Esa prótesis
es “el paraguas protocolar” que todas las mañanas, poco antes de irse a la
calle, se traga en forma de píldora efervescente. Y así, se presenta al
público, con el paraguas expandido en su interior y con la figura de una
“sota” escapada de algún juego de barajas. Paraguas que expulsará por la noche
cuando ingiera la píldora colagoga, que, por cierto, a veces no resulta eficaz.
-¿No siempre funciona la píldora?
-Claro que no. ¿No han oído decir ustedes que don
fulano o el doctor mengano, murieron “por causa desconocida”? Pues se trata, sencillamente,
de que los médicos ocultan que aquel
globo de humo murió porque el paraguas protocolar se le quedó engarzado en el
píloro.
-Entonces debemos rezar por esa gente,
compadeciéndola como se compadece a las personas que están muriendo, sin saberlo,
de muerte vergonzosa...
Y aquí feneció la conversa sobre el hombre mediocre
y los docentes de la petulancia…¿Para qué más?
140.3. “LA GRAN MARCHA POR LA VIDA”.
Los Siete Sabios se
integraron plenamente a la vida universitaria y a los intereses de los
estudiantes como tales y como integrantes de una sociedad plena de problemas. Por eso formaron
parte de las manifestaciones estudiantiles, como “LA GRAN MARCHA POR LA VIDA”, organizada por
los Sabios y cuyo desarrollo describimos ahora:
-¡Cabrones¡ ¡Qué aborto tan sangriento¡
-grita Quilón.
Un enano, a riesgo de ser aplastado por un
tambor descomunal que va golpeando con un bate, camina frente a la
manifestación. Es “La Gran Marcha por la Vida”, a la que se ha dado cita el
pueblo de Atenas, multitudinariamente.
Mientras el tambor resuena con tonos de
marcha fúnebre, la manifestación avanza desde la Plaza del Rectorado de
Ucevépolis, donde se han concentrado los habitantes de los barrios más
miserables de la capital y del interior de Grecia. Se detendrán en la
explanada, frente a la Asamblea del Pueblo, cerca del Areópago, donde los
Sabios de desabrocharán sendos discursos.
Se han dispuesto siete carretas abigarradas,
en cada una de las cuales va un Sabio, sobre una plataforma, portando el
símbolo de “las siete plagas de Grecia”
¡Avancen más¡ - logra escucharse la voz
dictatorial de Periandro- y el enano, dándose por aludido, redobla la intensidad de los golpes, como si
odiase el cuero del tambor.
-¡Que canten las mujeres, que canten las
mujeres¡- grita Calipso, hija de Titán,
quien ha venido de El Callao con un
grupo de percusionistas del metal, bailarinas y algunos yanomami.
Solón luce serio, espetado y solemne como
todo buen legislador. Más aun cuando le preocupa la hambruna democrática que padece el pueblo
de Grecia. Carestía. Prepotencia. Impunidad. Abuso. Acaparamiento.
Detrás de los Sabios, numeroso grupo de
estudiantes, todos de negro en punta,
portando sobre los hombros una descomunal urna de cartón, con cuyo color
contrasta la blancura de las pancartas, ondeadas como las olas por el viento.
Napoleón, te troncharon tus cien días
Napoleón, no estás muerto. Vives coleando en nuestros corazones
Invadamos Santa Elena.
Napoleón había sido un estudiante ejemplar
y pacífico, que sólo por equivocación
fue a parar a la Universidad, pues su anhelo era la carrera militar, donde
soñaba ser algún día gran capitán e invadir los países, sobre millones de cadáveres, para hacerse coronar
emperador. Estudiaba primer año de Derecho y vivía en Stalingrado, residencia estudiantil ubicada entre la piscina y el
comedor, en Ucevépolis. Cuando se
preparaba para el segundo examen parcial de Derecho Constitucional, tuvo la
desgracia de portar una carpeta entre cuyos papeles había una tesis que analizaba “los regímenes despóticos”,
hecho por el cual lo detuvo un grupo de
policías. Se decía que lo habían torturado, remachándole grapas en la
cabeza, antes de arrancarle la cabellera. A centenares de kilómetros de Atenas fue hallado, envuelto en cadenas, el
cadáver de un joven mutilado por los peces y vuelto jabón por al agua del mar.
Se dijo que era el cadáver de Napoleón. Su novia Josefina – también estudiante
de Derecho- creyó haberlo identificado….
Y la
procesión sigue avanzando. Un altoparlante, sustraído del Museo de Grahan Bell,
arroja chorros de “salsa” sobre la multitud, ducha en menequeos callejeros.
La marcha parece todo un éxito. Los policías,
forrados como nunca en sus adminículos democráticos, están apostados en las
esquinas y en las azoteas, amenazantes.
Los gobernantes están preocupados porque,
hasta entonces, no hay pretextos para la represión. La marcha avanza pacíficamente hacia su objetivo. Pero un Ministro, graduado en la Universidad de
Pharsas, ha pergeñado, previsivamente, un plan….
Cuando la manifestación llega frente al Edificio de la Asamblea del
Pueblo, encuentra tenderetes, parrilla
de pollo, de faisán, de cochino y de res, con hallaquitas y picante, todo
gratis; música, licor, serpentinas, banderines, papelillo, pitos, flautas,
chirimías y todo un ejército de arlequines y payasas que invitan a la cumbia y al relajo, haciendo lengüetear como
serpientes, coloridas “matasuegras”, con las que golpetean la nariz de los
manifestantes.
En el choque cultural se mezclan, entreveran
y machihembran ambos grupos, en un revoltillo musical que se prolongará en
bailes y borracheras, hasta el amanecer.
Quilón grita
-¡Cabrones! ¡Qué aborto tan sangriento¡- Pero
le ahoga la voz una payasa espartana y belicosa, cuando le cubre la boca con
un beso-chupeta,
que lo pone a temblar.
140.4. LA BIOÉTICA Y LA EXPULSIÓN
DE LOS SIETE SABIOS
Los Sabios asistieron en la Escuela de Derecho de
Ucevépolis, a una conferencia sobre la
Bioética a cargo de la doctora y
profesora rusa Natalia Buffaloba, especialista en Bioética, comisionada por una
Organización internacional.
El término biética -dijo- fue utilizado por primera
vez en 1970, por el oncólogo
norteamericano Van Rensselaer Potter, de la Universidad de Wisconsin.
Posteriormente salió a la luz su libro “Bioética: Puente hacia el
futuro”, que recogía algunos de sus artículos.
Como rama de la Ética, la bioética propone
algunos principios que orientan la conducta humana en el área biomédica.
Sin embargo, se ha extendido hasta comprender también las cuestiones relativas
al medio ambiente y al trato debido a los animales.
En la Bioética confluyen la biología, la
medicina, la filosofía, la política, la antropología, la sociología, la
teología y el derecho.
Algunos opinan que la bioética atañe,
únicamente, a las cuestiones morales atinentes a los tratamientos médicos o a
las innovaciones de la tecnología, enfatizando los derechos inalienables del
hombre y su dignidad.
Podría decirse que el sentimiento bioético nació
a raíz del descubrimiento de los atroces experimentos científicos perpetrados
por los nazis en los campos de concentración, y debido a los cuales la
Humanidad estuvo en adelante alerta ante la posibilidad de que los científicos
perdieran el control de sus actividades, violando, por esa vía, derechos
fundamentales del ser humano
Algunos bioeticistas como Beauchamp y Childres,
propusieron los cuatro principios de la Bioética: de la autonomía, de la no
maleficencia, de la beneficencia y de la justicia.
Después de especificar cada uno de estos cuatro
principios, la profesora expresó a manera de conclusión: Los principios
bioéticos deben entrar a formar parte del Derecho, a través de leyes de
bioética que los hagan cumplir.
-Me parece muy bien todo esto, profesora-
observó Tales. Sin embargo, me da la
impresión de que Usted confía demasiado en las leyes. Las leyes no operan por
sí solas: es fundamental el grado de consciencia moral de los funcionarios
encargados de darles cumplimiento. Es preciso asegurar que los funcionarios encargados de velar por
el cumplimiento de las diferentes disposiciones de las leyes bioéticas,
satisfagan cabalmente sus deberes legales al respecto. Y la única forma de
garantizarlo es la seguridad moral que podría y debería servir como base de la
consciencia ética de los funcionarios. Lo demás es teoría, abstraccionismo,
idealismo, irrealidad, ilusión…Y las ilusiones no frenan, no evitan las
desviaciones de quienes manejan (o manipulan) la ciencia…
La responsabilidad ética de los funcionarios es
clave, y clave fundamental para que la Bioética se cumpla, se realice.
Pero, ¿qué hacer para obligar efectiva y
eficazmente a esos funcionarios para que acaten las leyes bioéticas? La única
forma de lograrlo radica en admitir que la Moral debe regir y corregir el
Derecho. Es decir, que la Moral y el Derecho deben conjugarse en una simbiosis
perfecta, donde la Moral sea jurídicamente obligatoria.
Tomó la palabra Solón:
-Profesora.Las leyes de la Bioética están llamadas al fracaso mientras
la Moral se mantenga fuera del ámbito del Derecho, y para que la Moral se
integre al ámbito del Derecho, es necesario que se le reconozca poder coercitivo como norma jurídica.
-No mezcle la Moral con el Derecho- repuso ella, con acento inapropiado.
-Debo mezclarla, doctora, debo mezclarla, y Usted también, porque es
sujeto de responsabilidad moral. Todo ser humano es un animal moral.
-No me llame animal. Animal es Usted…- gritó , soltando algunos rezongos y dejando escapar algunas frases en
ruso, que fueron traducidas como francas vulgaridades proferidas contra los
Sabios y sus respectivas progenitoras, a
los que no dudó en tildar de “revoltosos”, “locos sueltos” y “aguafiestas
sin oficio”, y otros improperios.
Al parecer, la Dra. Buffaloba supuso que en el salón sólo ella conocía
un extraño dialecto de la lengua rusa, por lo que se permitió mentar la madre a
los Sabios, como todo un Rasputin.
Los organizadores, llenos de vergüenza internacional, los expulsaron del salón y los ficharon para vetar
su presencia en otra oportunidad.
Pero las cosas no terminarían ahí. Porque varios de los presentes
filmaron y grabaron con sus celulares los gestos y las groserías de la ilustre
delegada, tan gruesas como las de cualquier cosaco.
140.5.SOLÓN DEFINE EL DERECHO CAVERNARIO.
Los Siete sabios eran fuente permanente para los
periodistas. De ahí que éstos estuvieran al acecho. Enterados de que Solón
había manifestado ante el Profesor Rapácides Pakidermos ciertos conceptos
relativos al Derecho, le preguntaron “qué era eso del Derecho
cavernario”.
-No pretendo especificar en detalle, ahora, qué es o
pueda ser lo que denomino DERECHO CAVERNARIO. Todo se puede resumir diciendo
que es DERECHO CAVERNARIO el que responde a una mentalidad y a una actitud
propia de trogloditas morales. Porque se necesita ser un cavernícola moral para
afirmar con todo descaro que la Moral no se requiere en el ámbito del Derecho o
que su presencia sólo debe permitirse a medias, casi como algo indeseable.
-Pero, ¿por qué es necesaria la Moral en el Derecho? Que
yo sepa, todos los días vemos como los abogados hablan del Derecho, pero nada o
muy poco de la Moral en relación con el Derecho.
-Que la Moral sea ignorada no significa que no exista.
Es como el Código Penal. Los delincuentes odian el Código Penal. Pero por mucho
que lo ignoren, él sigue presente. La Moral siempre está presente cuando se
trata del obrar humano. Desde que un diputado comienza a concebir la idea de
una posible ley, emite un acto de naturaleza moral, porque se apoya
necesariamente en una opción entre el bien y el mal.
El Derecho es obra humana. Todo lo que tiene que ver
con el Derecho y con la ley y su realización, son actos humanos. Todo acto
humano consciente y libre, gira en el ámbito de la responsabilidad moral, de
cuya autoridad nadie –ni siquiera los legisladores, los jueces ni los juristas-
pueden escapar. De manera que el hecho de que los juristas o los funcionarios
nieguen, ignoren, rechacen o combatan la Moral, es absolutamente
intrascendente, como ya dije.
-Pero, existe algo que se llama libertad. Existe
libertad de pensamiento…
-Disculpe que lo interrumpa. Existe el derecho a la
libertad de pensamiento, pero no la libertad para desechar o rechazar
simplemente lo que no convenga. Y volvemos al ejemplo del delincuente y del Código
Penal: el delincuente lo rechaza porque no le conviene. Pero estoy seguro de
que si el sindicato de los delincuentes pide al Poder Legislativo que derogue
ese Código porque les resulta antipático, los legisladores no lo derogarán,
porque lo menos no puede prevalecer sobre lo más. Si no fuese así, no habría
ninguna ley en el país porque cada sector suele rechazar la ley que lo
controla.
No olvide que el hombre es un animal moral. El
hombre, además de ser un animal racional, como lo definiera Aristóteles, es un
animal moral, porque- como dice alguien-
el hombre siempre debe explicar lo que hace y el modo como lo hace, si
ello es justo y recto, o injusto e incorrecto.
-Sin embargo, señor Solón, hay filósofos del Derecho
que hoy admiten la injerencia de la Moral en el Derecho.
-Si los hay. Pero admiten una participación lejana,
ocasional y débil de la Moral en el
Derecho, que no producen resultados tangibles, pues todo sigue de mal en peor
en la Administración Pública.
-Entonces, ¿qué es lo que Usted propone?
-Estoy de acuerdo con una teoría novedosa que postula
la conjunción estrecha, plena, real, de la Moral con el Derecho, no una simple
relación, tenue, débil, lejana, aparente. Y postula también la existencia de un
Estado Ético de Derecho.
-¿Qué es el Estado Ético de Derecho?
-En pocas palabras un Estado donde la Ley Moral sea
norma jurídica, constitucionalmente establecida. Un Estado donde haya un
gobierno gobernado y no un gobierno gobernante.
-¡Un gobierno gobernado! ¿Qué es eso?
-Un gobierno gobernado por los ciudadanos a través de
la Ley Moral constitucionalmente obligatoria.
De pronto, el sindicato de profesores interrumpió la
entrevista y amenazó a Solón con la expulsión de la Universidad “por incitar al
odio”.