INCORPORACIÓN DE LAS PALABRAS PAJUDO Y PAJUDEZ
AL DICCIONARIO DE LA LENGUA CASTELLANA. CUENTOS DE LA TROJA DOS. JUAN JOSÉ
BOCARANDA E.
El afamado doctor
Lucio Vidriera Brillante declaró por la T.V. española, algo que repercutió en
la prensa de ese país y en América Hispana. Dijo:
“Ya es hora de que los señores académicos de la lengua española, incorporen al Diccionario las palabras “pajudez”
y “pajudo”, que tanto abundan.
“Pajudo” es el sujeto, de uno u otro sexo (o del sexo del
medio) que
-habla de sobra, sin decir nada, parloteando insubstancialmente
-es fácil para prometer, pero imposible para cumplir
-pide o se toma la palabra en las reuniones para decir pendejadas
-entorpece y frustra como todo un aguafiestas, con largas
peroratas y falsas promesas
-ofrece lo que no le están pidiendo, pero cuando se le pide un
favor, evade y se esfuma
-si es abogado, llena el escrito de preámbulos, consideraciones, incisos
y divagaciones, y expresa en cinco páginas lo que muy bien podría caber en quince
líneas. Después se queja de que el juez no lee sus parrafadas
-si es profesor, rellena, rellena, y lo que podría caber holgadamente en
el horario previsto, se queda en el aire, trunco, incompleto, pues la hojarasca
asfixia el tiempo
-si es médico, en vez de abocarse a diagnosticar una enfermedad, busca
entretenerte con anécdotas de todo tipo, de tal forma que el 99% del tiempo se
va en todo menos en lo que te ha llevado a su presencia. Te habla de política, de
la suegra, de los viejos tiempos, de la vida universitaria, etc.etc.
pretendiendo justificar la estocada pecuniaria que te propinará cuando todo
termine. Pero, el muy cobarde no lo hará personalmente, pues “honorarios”
son “honorarios”. Por ello comisiona a la secretaria para que perpetre el
crimen, mientras él se las da de idealista, de hipocrático, de desprendido
-si es politólogo, psicólogo, historiógrafo, luminotécnico, u otro
blabablabla, te aplasta y apabulla con un cargamento de títulos y sobretítulos
y te enseña cómo tiene esteradas las paredes con diplomas y requiebros académicos,
como si los títulos y los postgrados valiesen por sí solos, al margen de la
creatividad, que es lo verdaderamente necesario, pues los países requieren
impulsores fundamentales, no simples repetidores
-si es el novio, se pinta como el non plus ultra de los
pretendientes, sobreabundando en “echonerías” y falsa importancia
-si es la novia, se describe como Santa Pureta, oculta toneladas de
aventuras inconfesables, finge no estar enterada de que existen palabras
obscenas, aunque seguramente las piensa porque realmente las conoce, y,
finalmente, promete ser santa esposa, madre abnegada y fundamento del hogar,
nada de lo cual cumple cuando se casa.
-si es vulgarote, dice “pajúo” como los malandros, y no “pajudo”,
porque para él quien usa estas expresiones correctas es un pureto académico.
La Santa Academia debe prevenir la repulsiva enfermedad de la PAJUDEZ
combatiendo a los PAJUDOS, por favor...””
Algunos miembros de la Academica llamaron para protestar y replicar
porque las palabras pajudo y pajudez les despertaban vagas sospechas de no sé
qué…
La entrevistadora pidió al profesor Vidriera una definición brevísima
del “pajudo”, y respondió: “el pajudo es un gilipollas hablachento”…