domingo, 5 de julio de 2020

INCORPORACIÓN DE LAS PALABRAS PAJUDO Y PAJUDEZ AL DICCIONARIO DE LA LENGUA CASTELLANA. CUENTOS DE LA TROJA DOS. JUAN JOSÉ BOCARANDA E.



INCORPORACIÓN DE LAS PALABRAS PAJUDO Y PAJUDEZ AL DICCIONARIO DE LA LENGUA CASTELLANA. CUENTOS DE LA TROJA DOS. JUAN JOSÉ BOCARANDA E.

El afamado doctor Lucio Vidriera Brillante declaró por la T.V. española, algo que repercutió en la prensa de ese país y en América Hispana. Dijo:

“Ya es hora de que los señores académicos de la lengua española,  incorporen al Diccionario las palabras “pajudez” y “pajudo”, que tanto abundan.

“Pajudo” es el sujeto, de uno u otro sexo (o del sexo del medio)  que
-habla de sobra, sin decir nada, parloteando insubstancialmente
-es fácil para prometer, pero imposible para cumplir
-pide o se toma la palabra en las reuniones para decir pendejadas
-entorpece y frustra como todo un aguafiestas,  con largas peroratas y falsas promesas
-ofrece lo que no le están pidiendo,  pero cuando se le pide un favor, evade y se esfuma
-si es abogado, llena el escrito de preámbulos, consideraciones, incisos y divagaciones, y expresa en cinco páginas lo que muy bien podría caber en quince líneas. Después se queja de que el juez no lee sus parrafadas
-si es profesor, rellena, rellena, y lo que podría caber holgadamente en el horario previsto, se queda en el aire, trunco, incompleto, pues la hojarasca asfixia el tiempo
-si es médico, en vez de abocarse a diagnosticar una enfermedad, busca entretenerte con anécdotas de todo tipo, de tal forma que el 99% del tiempo se va en todo menos en lo que te ha llevado a su presencia. Te habla de política, de la suegra, de los viejos tiempos, de la vida universitaria, etc.etc. pretendiendo justificar la estocada pecuniaria que te propinará cuando todo termine. Pero, el muy cobarde no lo hará personalmente,  pues “honorarios” son “honorarios”. Por ello comisiona a la secretaria para que perpetre el crimen, mientras él se las da de idealista, de hipocrático, de desprendido
-si es politólogo, psicólogo, historiógrafo, luminotécnico, u otro blabablabla,  te aplasta y apabulla con un cargamento de títulos y sobretítulos y te enseña cómo tiene esteradas las paredes con diplomas y requiebros académicos, como si los títulos y los postgrados valiesen por sí solos, al margen de la creatividad, que es lo verdaderamente necesario, pues los países requieren impulsores fundamentales, no simples repetidores
-si es el novio, se pinta como el non plus ultra de los pretendientes,  sobreabundando en “echonerías” y falsa importancia
-si es la novia, se describe como Santa Pureta, oculta toneladas de aventuras inconfesables, finge no estar enterada de que existen palabras obscenas, aunque seguramente las piensa porque realmente las conoce, y, finalmente, promete ser santa esposa, madre abnegada y fundamento del hogar, nada de lo cual cumple cuando se casa.
-si es vulgarote, dice “pajúo”  como los malandros, y no “pajudo”, porque para él quien usa estas expresiones correctas es un pureto académico.

La Santa Academia debe prevenir la repulsiva enfermedad de la PAJUDEZ combatiendo a los PAJUDOS, por favor...””

Algunos miembros de la Academica llamaron para protestar y replicar porque las palabras pajudo y pajudez les despertaban vagas sospechas de no sé qué…
La entrevistadora pidió al profesor Vidriera una definición brevísima del “pajudo”, y respondió: “el pajudo es un gilipollas hablachento”…



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