domingo, 19 de julio de 2020

LENGUAJE DE DELINCUENTES. CUENTOS DE LA TROJA DOS. JUAN NJOSÉ BOCARANDA E.





 LENGUAJE DE DELINCUENTES

La Moral no envejece. No es cuestión de tiempo sino de consciencia y de dignidad.

-Hijo, eres juez. ¿Sabes lo que eso significa?  Tuerces la ley para tu beneficio como si fueses su dueño. Tus sentencias son un amasijo de falacias, que enfilas, conforme a tu interés, hacia el mejor postor. Y eso es inmoral.

-¡Papá, déjate de los remilgos moralistas de los jueces viejos!. Hoy vivimos otras realidades, distintas a las de tus días de juez.

-La Moral no envejece. No es cuestión de tiempo sino de consciencia y de dignidad. El hombre consciente y digno existe en todas las épocas, porque la una y la otra son base y condición de los valores morales y espirituales.

-Yo me someto al libre albedrío, y punto. Lo demás no cuenta para mí.

-¡Cómo has cambiado! Tú no eras así. No fue así como te formamos tu madre y yo.

-Sí. Desde que “descubrí” lo conveniente del libre albedrío soy otro.

-Pero, te equivocas. El libre albedrío cabe cuando se trata de la Moral privada, no de la Moral Pública, a la que no tienes derecho de acomodar a tu conveniencia. Porque justamente pertenece a una esfera que está por encima de los intereses particulares.

-¿Podrías explicarme por qué?

-Como individuo, cuando practicas los valores morales, estás propugnando por tu propio desarrollo espiritual. Ese es el fin de la Moral privada. En cambio, como funcionario, tu conducta debe someterse a los dictados de la Moral Pública, que no persigue el desarrollo espiritual del individuo, sino el desarrollo espiritual de la sociedad, del país, del funcionario, del Estado. Ambos aspectos deben marchar juntos, por razones de coherencia y de integridad moral.

-¡Bah! Simples sutilezas de la gente que presume de “pensante” y que se dedica a eso porque le sobra tiempo. Son puras pendejadas.

-¿Pendejadas? ¿Adónde piensas llegar? Ese es, justamente, el problema: eres como tantos abogados ensoberbecidos que aparentan acoger la verdad y guiarse por los principios morales, pero en realidad los odian. Por eso arrojan silencio e ignoran lo que no les conviene. Son unos hipócritas soberanos.

-Pues Yo digo lo que un compañero de la Escuela de Derecho, cuando cursábamos segundo año: “lo mío es el billete. Lo demás no me interesa”.

-Qué lamentable. Ya hasta hablas como los delincuentes