jueves, 5 de enero de 2017

RECORDS DE ESTUPIDECES Juan José Bocaranda E





RECORDS DE ESTUPIDECES
Juan José Bocaranda E

Así como el egoísmo es la madre de todas las perversiones del ser humano, la estupidez es la peste más extendida del Planeta. A sus aguas viscosas se precipitan hasta los hombres más eminentes, pues no es asunto de mayor o menor inteligencia, ni de  posesión de conocimientos o títulos académicos, sino de “caídas” en situaciones de evidente ridiculez  de las cuales somos susceptibles todos los seres que pretendemos ser humanos.

No hay estupidez que no desemboque en el ridículo, tanto más grave cuanto más elevada la “eminencia” del protagonista, cuyo grado de inteligencia puede que no esté en duda. En este punto recordamos el caso de un conspicuo  filósofo, escritor, novelista y ensayista francés que murió en el Siglo pasado: cometió una estupidez increíble. Y fue que escribió más o menos esto: “Componer una sinfonía musical es algo imposible. Beethoven lo intentó pero no lo consiguió con la Novena Sinfonía” (¡!).

No nos cabe en la cabeza tamaña estupidez viniendo de quien vino, que sería de todo menos músico, por lo que no podía saber de sinfonías más que el eximio músico alemán.

Esto es para que se vea cómo la estupidez no es cosa de niveles académicos...

Sí. Todos podemos cometer estupideces. Pero, lo peor está, como decía Montaigne, en “decirlas con énfasis”,  subrayándolas como si constituyesen grandes hechos o proezas admirables  o frases lapidarias cuando no son sino de arena o simple hojarasca.

Es que la estupidez viene a ser como una especie de borrachera momentánea, de nubosidad sobrevenida, como ocurre con los  baches o  las turbulencias en los vuelos de avión.

Nada más cerca de la estupidez que los estupefacientes, pues surten casi los mismos efectos.

Pues bien. Anotamos todo esto para desembocar en el título del artículo: RECORDS DE ESTUPIDECES.
Nos referimos a cierto concurso internacional en cuyo desarrollo puede participar todo bicho de uña del Planeta, por no decir que se trata de un certamen abierto a todos los estúpidos del Mundo. Masa constituida por dos lados: la estúpidos que compiten y los no menos estúpidos que están atentos a los resultados y que después les rinden homenaje como si fuesen héroes indiscutibles sobrevenidos.

Todo el que busque fama, aunque desemboque en fama estúpida, puede participar, si no es que propone el objeto del record, para lo cual caben todas las ocurrencias, todos los gustos y los más diversos disparates. El que no se atreva a matar a la madre con tal salir en la prensa o en internet para destacarse, dispone de la facilidad de caminar hacia la fama en forma más sencilla y menos criminal: desde lograr el premio por exhibir las uñas más largas, retorcidas y sucias de los pies, hasta el que se hace filmar engullendo hamburguesas o papas fritas, como un auténtico cochino, pasando por los bebedores de cerveza, las parejas más diminutas o más largas,  los perros o los gatos más pequeños o más gigantescos, hombres o mujeres de ojos saltones o dueños de ratones que persiguen a los gatos...En fin, puerta abierta a todas las ocurrencias que pueda ser capaz de concebir la mente mínima de seres de substancial, inevitable y frecuente estupidez.

Sin embargo, queda algo por hacer: que los creadores y los organizadores de los RECORDS participen en la contienda: se merecen el premio y deben dárselo a sí mismos por la FORMIDABLE ESTUPIDEZ  DE HABER CREADO SEMEJANTE ESTUPIDEZ O DE MANTENERLA.

Es otra forma de distraer al Mundo de verdaderos y cruciales problemas. ¿O no?