JÓVENES AVIEJADOS
Juan José Bocaranda E
Hay jóvenes jóvenes, y jóvenes
aviejados. Los jóvenes aviejados son los que tienen
arrugada, muy arrugada, la piel del alma, tanto que, porque funcionan al revés,
se burlan y se ríen de quienes tienen
arrugada la piel del cuerpo.
Su forma de pensar y de sentir giran en sentido contrario a la lógica de la vida, a esencia de lo correcto, de
lo sano. Porque para ellos la rebeldía juvenil tiene que ser torcida,
mal encaminada, pues –opinan- ser joven es, necesariamente, ser disparatado.
Por ello, recurren al aguardiente, a las drogas, a los deportes extremos y
suicidas; por ello se ponen en riesgo a cada momento. Buscan amistades falsas y
dolosas. Quieren una vida fácil, sin compromisos, es decir, sin seriedad.
Porque para ellos ser serio equivale a ser tonto. Y ellos son tan poco tontos, que, debido
a su clara inteligencia, a su sabiduría
indiscutible, a su “genialidad” evidente, terminan en la cárcel, en el
manicomio o en la tumba, lógico resultado de sus locuras y de sus fechorías.
Existen los achaques de la juventud aviejada: agotamiento físico y metal
prematuros, pensar errático, carácter volátil, bipolaridad inconsciente, quisquillosidades
estúpidas, fanatismo, insinsensibilidad humana y social, moralidad obtusa, dejadez,
irrespeto, optimismo irracional, recurso
a la fuerza y la violencia, apegos idiotas, admiración por lo estrambótico, por
lo torcido, por lo que signifique dominio, prepotencia y abuso.
La estupidez de los
jóvenes aviejados es de tales proporciones, que les impide pensar en su futuro
inmediato, en su pronto envejecimiento, debido, justamente, a la vida
desordenada, que los arrastra al punto que ellos desprecian y temen al mismo
tiempo: la vejez.
Si se detuviesen a
pensar un poco antes de precipitarse a tomar decisiones dementes, terminarían
por reconocer que el tiempo hace mella sobre todos los seres de este mundo y
que ellos llegarán a ser viejos, a menos que la muerte se lo impida.
En vez de
despreciar a los ancianos, siguiendo la tónica de Occidente, deberían abrigar
sentimientos de admiración hacia aquéllos, como sucede en el Japón, donde los jóvenes
hallan en los ancianos un venerable tesoro de experiencias adquiridas mediante
una vida ejemplar, útil y sana.
Sí.
De los ancianos deberían aprender tantos jóvenes aviejados, de èsos que creen
que la juventud radica en la lisura de los pellejos y no en las energìas del
espíritu; que hemos venido al mundo solamente a divertirnos, y que no hay cosas
màs importantes que las playas y las canciones de moda plagadas de estupideces.
Desgraciadamente el Mundo está
repleto de jóvenes aviejados....
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