jueves, 23 de febrero de 2017

LOS DOGMÁTICOS FRENTE A LA IUSÉTICA Juan José Bocaranda E



LOS DOGMÁTICOS FRENTE A  LA IUSÉTICA
Juan José Bocaranda E

Por lo general, el dogmatismo es más una actitud que una oposición intelectual. Tiene más de interés práctico, inmediato, cotidiano, que de razonamiento profundo.

El dogmatismo es  una enfermedad que afecta a casi todos los hombres de leyes de la Tierra, sea cual sea la latitud y el idioma mediante el cual se la exprese…No sin cierta razón un jurista francés del Siglo pasado afirmaba que el Derecho es esencialmente conservador.
El dogmatismo se manifiesta a cada paso: en la docencia universitaria, donde los estudiantes de Derecho reciben inyecciones indelebles que los castran de toda rebeldía; en los tribunales y en los bufetes de abogados…Es la mentalidad reinante  a lo largo de la historia, desde los griegos y los romanos, hasta el presente. Pretendiendo, siempre,  cerrar paso al avance de las ideas, a los cambios necesarios que exigen los tiempos…
Menos mal ha habido rebeldes que se han atrevido a desafiar las fijaciones y las petrificaciones del Derecho, y a emprender “la lucha por el Derecho”. Como el  ilustre jurista alemán Rudolph von Ihering, quien escribió que “todo derecho en el mundo debió ser adquirido por la lucha...”
Ahora bien, la cumbre del dogmatismo jurídico,  el punto de partida  del dogmatismo de los dogmatismos,  corresponden al tema de la relación  de la Moral con el Derecho, cuya historia nos muestra varias  etapas:

A.  una etapa de confusión, cuando en Grecia y Roma no habia distinción entre normas jurídicas, religiosas y morales
B.  una etapa de dependencia total del Derecho respecto a la Moral, en la Edad Media.
C. una etapa de independencia entre la Moral y el Derecho, con Thomasio, Fitche  y sobre todo Kant, y posteriormente el juspositivismo y el formalismo jurídico de la Escuela de Viena……
D.  una etapa de dependencia parcial del Derecho respecto a la Moral, mas sólo en cuanto a los principios…

A  esta última etapa podría suceder la Iusética, si no fuese porque se trata de una proposición apocalíptica, que plantea la presencia real, plena, radical, de la Moral dentro del Derecho…no “mas o menos”…no “un poquito cerca”…no “según convenga o no”…no “según los intereses y los fines”…De ningún modo…Una unión real y plena, o nada…Porque la Iusética no está con las medias tintas, con las ficciones, con las apariencias, con la falsedad…Presencia real y plena, o nada de nada.

Los enfermos de dogmatismo no quieren  comprender que el tiempo transcurre, y no en vano…que las necesidades cambian…que la mentalidad cambia…que las instituciones deben cambiar…
El señor Kant no tuvo la última palabra “hasta la segunda venida de Cristo”, respecto a la relación de la Moral con el Derecho.
Kant  no pretendió ser dios de la eternidad del Derecho…Trazó un perfil, distinguiendo la Moral del Derecho, para que no se confundieran. Su idea inicial no fue la de asegurar que, por naturaleza, el Derecho y la Moral deben estar y permanecer separados. Su intención fue afirmar que el Derecho es esto, éstas son sus características, y que, en cambio, la Moral es lo otro…y estas son sus características. Y así las fue contraponiendo una a una, desde la exterioridad hasta la coercibilidad, y eso fue todo...
Lo que ocurre es que a la burguesía en auge convino de maravilla esa distinción, pero convertida en separación, para que resultase fácil hacer con el Derecho y a través del Derecho todo lo que cuadrase con sus intereses, y sin  las interferencias de la molesta conciencia moral.

Desde entonces la Moral se ha hecho marchar por un lado, y el Derecho por el otro, separados por la mayor distancia posible, aceptándose hasta ahora una injerencia de la Moral, tibia, tímida, endeble, bobalicona  y hasta ridícula. Es lo mismo que ocurre respecto a la relación entre la Moral y la política: al “buen político”  conviene  la separación… La Moral para allá, lo más lejos posible…salvo para los discursos…y la política por acá. lo más cerca posible, como una prostituta…porque con las prostitutas todo todo está permitido, sin las molestias de la conciencia moral…
Así, pues,
Moral y Derecho…
Moral y política…
Enmanuel Kant y Nicolás Maquiavelo…
par a par…
Llama poderosamente la atención que ciertos  juristas y profesores de Derecho, cuanto más éticos y moralistas dicen ser en las aulas y en la prensa y frente a las cámaras de televisión, más recalcitrantes se muestran en su defensa dogmática de una separación eterna entre la Moral y el Derecho, cuando debería ser lo contrario. Porque ¿¿¿quién deberia estar más interesado en la injerencia de la Moral en el Derecho, que un jurista que valora la Moral???
Pues bien, esos falsos moralistas rechazan la conjunción porque contradice y frustra sus intereses creados. ¡Cuántos de ellos son a la vez empresarios o políticos o  funcionarios a quienes resulta un estorbo la injerencia de la Moral en el Derecho!.
El asombro  sube de nivel  cuando se observa cómo entre los opositores más escandalizados se encuentran  juristas que se dicen cristianos y quienes por ello deberían favorecer la  fusión de la Moral con el Derecho. Porque el Derecho se convertiría en un instrumento del bien y para el bien y dejaría de ser un instrumento para el mal, como suele utilizarse…Luego, ¿dónde queda la ética  de todos ellos?
Es más: hay sacerdotes católicos que cierran paso a toda idea de conjugar plenamente la Moral con el Derecho. Es algo contradictorio. Increíble. Absurdo. Grotesco. Estúpido...
Habría que preguntar al señor  sumo pontífice, qué opina. Si está o no de acuerdo con la unión de la Moral con el Derecho, o si es de los que se horrorizan ante esa posibilidad.
Favorecer el divorcio de la Moral y el Derecho es  como decir “dejemos al diablo suelto, haciendo de las suyas torciendo el Derecho a pleno gozo y pleno dar”.
Y esto lo demuestran las realidades nacional, regional y mundial: el Derecho no se respeta. Los políticos juegan con el Derecho, cosa que no podrían hacer con la Moral.
¿O sí?



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