EL ESTADO
DE DERECHO: UNA DEBILIDAD INHERENTE.
Juan José Bocaranda E
La debilidad es inherente al Estado de Derecho. Es de esencia, no de
circunstancia. Atañe a
todas las formas del Estado de Derecho. No tiene nada que ver con la latitud geográfica, ni con el momento histórico
y ni siquiera con la idiosincracia del país. En mayor o menor grado, afecta a países
grandes y a países pequeños, a países ricos y a países pobres, a países prepotentes y a países-víctimas; a tirios y a troyanos, a
blancos y a morenos. Lo mismo menoscaba al Estado de Derecho de los Estados
Unidos, que al Estado de Derecho Alemán o al Estado de Derecho de Suráfrica. Acompañó
al Estado de Derecho Liberal y acompaña al
Estado Social de Derecho o al Estado Democrático y Social de Derecho o a
cualquiera otro inventado o por inventar. No es exclusivo del modelo económico
capitalista, pues también la padecen, y en forma por demás aguda, los modelos
socialistas.
Esta debilidad genética del Estado de Derecho, ha facilitado la
presencia multiforme de la corrupción política, que ha encontrado en la
flaqueza el mejor caldo de cultivo. Todo esto al punto de que podamos afirmar,
a rajatablas, que la
corrupción constituye una secuela natural de la debilidad del Estado de
Derecho, es decir, algo inevitable, permanente, mientras sea el Estado de
Derecho el encargado de “combatirla”.Lo que significa que sólo podrá
ser efectivo ese combate a condición de que lo realice OTRA FORMA DE ESTADO,
no el de simple Derecho. Es más:
mientras la Organización de Naciones Unidas sea
reflejo de los Estados de Derecho, y exista y se conduzca por una filosofía y
una mentalidad propias del Estado de Derecho, nada podrá lograr, aunque aparente…O la ONU se transmuta en una organización superior, o se mantendrá en
el lamentable papel de favorecedor implícito de la corrupción política.
Lamentablemente, la Humanidad está embobada, sonámbula, inconsciente,
como drogada…No quiere darse cuenta de que el tal “combate” contra la
corrupción, a nivel nacional o local, es infructuoso. No quiere entender que
esa lucha no rinde ni medianamente lo que se espera de ella. Porque la realidad
nefanda es como un cuero seco: mientras parece dominarse por un lado, se alza por
el otro, y luego por el otro, y por el de más allá…Mientras tanto, además de
las falsas expectativas, de la esperanzas fallidas y de las frustraciones
dolorosas, se incurre en gastos, pagando “expertos”, viajes, instalaciones,
etc.etc. que no compensan con los resultados.
No se nos responda diciendo que se han hecho esfuerzos, citando como
cúmulos de “normas y políticas” pergeñadas con esa finalidad. Porque puede concebirse
y aprobarse todo un Everest de leyes enjundiosas y perfectas, y pregonarlas ante el Mundo como la gran
solución, pero sin resultados proporcionados, que es la otra mitad de la
cuestión. Porque –repetimos- nada de ello servirá mientras se encarguen de esta
tarea un Estado débil como el ESTADO DE DERECHO; y una Organización no menos
débil como la ONU, que obvia la inefectividad y oculta los vicios de esos
Estados, no, seguramente, por causa de mala voluntad ni de malas intenciones,
sino porque no ha cobrado consciencia de su propia debilidad.
Ahora bien. ´¿En qué radica la debilidad del Estado de Derecho y, al
mismo tiempo, la debilidad globalizada de la ONU? Pese a la presunta perfección
de los sistemas legislativos, radica en la indisciplina de los funcionarios.
No debe olvidarse que los funcionarios son la clave fundamental del
asunto, porque sin ellos no hay leyes ni tampoco hay Estado, ni ordenamiento
jurídico.
Sin embargo, esta cuestión tampoco parecer ser captada por una
ciudadanía atontada, que achaca los
problemas a un fantasma, a ese fantasma que es el Estado abstracto, sin cuerpo,
sin rostro, y no a los funcionarios. O porque muchos de esos ciudadanos son
funcionarios, o lo son sus padres, su cónyuge, sus hermanos o sus hijos. Lo que
significa que la ciudadanía reclama y exige y se queja de la corrupción, pero no quiere soluciones, pues si en
verdad las quisiera, volvería la mirada acusadora hacia los funcionarios, en
vez de ampararlos…
En síntesis, ¿cuándo nos convenceremos de que el verdadero Estado es el ESTADO DE CARNE Y HUESO,
constituido por los funcionarios, cuya presencia es la que concreta la
abstracción del Estado de Derecho? ¿Cuándo nos daremos cuenta de que quien debe
“moralizarse” no es el Estado, sino los funcionarios, porque el Estado no
existe en forma substante, sino que existe y se manifiesta a través de los
funcionarios?
Pues bien. Si la clave de la corrupción son los funcionarios, si la
debilidad del Estado de Derecho es la debilidad de los funcionarios, busquemos
la forma de controlarlos, de disciplinarlos eficazmente. No los amparemos, no
los alhacueteemos, porque al hacerlo cometemos doble estupidez: mantener contra
nosotros una realidad que nos perjudica, que nos perjudica a todos, que
perjudica al país, como lo es la corrupción; y amparar o favorecer a quienes abren puertas a
la corrupción, lo cual es un acto de complicidad o de favorecimiento o de
encubrimiento delictivo, es decir, un acto de inmoralidad.
Pero, ¿cómo controlar, cómo disciplinar al funcionario para que cese la
debilidad del Estado?
Para disciplinar al funcionario es indispensable TRANSMUTAR EL DERECHO,
fortaleciéndolo.
Hemos de tener presente que la debilidad del Estado de Derecho
es el Derecho mismo, aunque parezca una contradicción: el Derecho
mismo, solo…Porque el Derecho solo, es manipulable. El funcionario lo
burla, lo acomoda, lo ajusta a su conveniencia, a sus intereses…justamente
porque es solamente Derecho…Por lo tanto, es necesario el Derecho cobre vigor,
energía, resistencia…para estar en condiciones de enfrentar la corrupción a
través de un funcionario controlado, disciplinado…
Pero, ¿en qué forma se puede conseguir a)disciplinar el funcionario y
b)fortalecer al Estado?
Acogiendo la Moral. Mas no una Moral “a prudente distancia del Derecho”,
es decir, un “acogimiento” mediocre, falso, aparente, hipócrita, sino un
ACOGIMIENTO REAL que no puede tener lugar sino RECONOCIENDO UNA MORAL
ENDOJURÍDICA, es decir, admitiendo la presencia de la Moral DENTRO del Derecho, porque sólo
así la Moral se hace LEY JURÍDICAMENTE OBLIGATORIA, y al funcionario no le
quedará otra alternativa sino la de tener que cumplir la ley, presionado por la
fuerza moral hecha ley jurídica, como lo propone al IUSÉTICA.
La IUSÉTICA tiene por lo menos
la peculiaridad de que es la única teoría que propone la PRESENCIA DE LA MORAL DENTRO DEL DERECHO…aunque se
rasguen las vestiduras y se bañen con ceniza las pelucas los santones de la
tradición jurídica, los doctores de la ley, más cercanos a los fariseos que a
la verdad histórica…porque el dogma los amarra y los adormece.
SÍ. EL ÚNICO REMEDIO CAPAZ DE CURAR
LA DEBILIDAD GENÉTICA DEL ESTADO DE DERECHO, ES LA FUERZA MORAL IMPLÍCITA EN LA
MORAL ENDOJURÍDICA QUE PROPONE LA IUSÉTICA.
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