lunes, 26 de diciembre de 2016

PASAJES SIN DESTINO UN DESANECDOTARIO CARENTE DE IMPORTANCIA Juan José Bocaranda E EL GERMEN DE LA IUS-ÉTICA








PASAJES SIN DESTINO
UN DESANECDOTARIO CARENTE DE IMPORTANCIA
Juan José Bocaranda E


EL GERMEN DE LA IUS-ÉTICA

Cuando en octubre de 1961, inicié los estudios de Derecho en la Universidad Central de Venezuela, estaba muy lejos de imaginar que algún día (cuarenta años después) habría de concebir,  elaborar y publicar lo que vendría a ser  el libro IUS-ÉTICA, EL DERECHO DEL NUEVO MILENIO.
El germen de la idea nació en esa oportunidad por causa de un motivo al parecer insignificante. Y fue que cuando el profesor de Introducción al Derecho disertaba respecto a las diferencias entre Moral y Derecho, expresó una frase que impactó sobre mí con el efecto de un martillazo: “El Derecho es una cosa y la Moral es otra. El Derecho y la Moral no tienen nada que ver entre ellos”.
Digo que me impactó porque aquella afirmación me pareció extre-madamente absurda. Suponía caos, desorden, irresponsabilidad, inmoralidad.
De inmediato se me vinieron algunas preguntas acuciantes: ¿Luego quienes elaboran las leyes carecen de fundamentos morales? ¿Luego las leyes pueden ser totalmente injustas porque no tienen nada que ver con el deber moral ni tampoco con el fin del bien? ¿Luego hay que obedecer las leyes aunque sean contrarias a los principios de la Moral?
Así, pues, las aseveraciones del profesor penetraron hasta mi subconsciente, donde permanecieron, alimentándose día a dia con nuevas reflexiones respecto al tema del divorcio entre la Moral y el Derecho. Hasta que, graduado en 1966, tomé interés por la prohibición legal del reconocimiento legal de los hijos nacidos de adulterio, que para mí  abrigaba implicaciones de inmoralidad. Y así lo exprese en un breve artículo para la prensa. No lo publiqué porque había tantas cosas que decir, que resultaba absolutamente insuficiente: debía escribir un libro. Así, en 1973 salió a la luz mi libro LA FILIACIÓN ADULTERINA (Editorial La Torre, Caracas): se trataba de la primeras manifestaciones de mi inquietud, que podrían resumirse, muy brevemente,  a través de estos pasajes:
“LA MORAL, FUENTE DEL DERECHO
Cuando se parte de un concepto absoluta y meramente formal, el Derecho no es sino un cascarón de la Justicia. Si carece de convicción ética, si prescinde de la consciencia y se abstrae  de un afán de perfectibilidad, abandona su posible papel de elemento educativo.
Cuando la ley  es justa, cuando su formación ha partido de una consciente necesidad moralizante,  pasa a ser una lección de justicia.
No obstante la diferencia en la naturaleza y en  los fines de la Moral y del Derecho, la primera debe influir sobre éste último porque resulta un contrasentido la existencia de una Justicia alejada del Bien.
Teniendo como fuente última la Moral, a través de un concepto realista e histórico de la Justicia, la ley, como reflejo de la Moral, contribuirá al conocimiento de ésta.
Insuflada la ley de un principio meramente externo –como es el de la coercibilidad- e imponiendo una Justicia de carácter formal, termina por hacerse perder el respeto. El hombre aparenta cumplirla, pero en su fuero interno se mofa de ella,
Las leyes injustas desmoralizan a los pueblos. ¿Qué ley es ésta, que impone la injusticia y la impone con la fuerza?
Moral puramente individualista, pierde sus fines de trascendencia social y humana. Derecho puramente externo, sin convicción ética, se aleja de su intrínseca finalidad de justicia”.
Igualmente, en todas mis obras posteriores insistí y persistí en la idea de conjugar el Derecho a la Moral, como condición necesaria de una Justicia verdadera.
Un día, el 25 de noviembre de 1983, recibí una carta del Doctor Esteban Agudo Freites, que me permito transcribir íntegramente pues para mí constituye un honor, tratándose de un jurista de su talla. El ejerció el cargo de Fiscal General de la República, y la historia lo recuerda por su sapiencia, rectitud y honradez. He aquí su carta:
Quiero hacerle la siguiente manifestación sincera y objetiva: considero que es usted un analista incansable de cuestiones jurídicas que atañen directamente al estado actual de la sociedad venezolana, provisto de un criterio jurídico penetrante, que ha contribuido a esclarecer, con un método propio, delicadas situaciones en las leyes recientes (aquí menciona algunas de nuestras obras)…En estos trabajos se revela  usted como unn jurista diestro y ponderado, defensor siempre de la dignidad humana y de la justicia y seguridad social. En sus escritos jurídicos prevalece la claridad y la justeza del concepto, la parquedad y precisión del estilo, la interpretación acertada de algunos embrollos y contradicciones que aparecen en disposiciones legales, concebidas y aprobadas, muchas veces, con injustificable premura. Su constancia y desvelos demostrados en estas obras interpretativas de la màs reciente legislación, justifica con holgura, que me complazca en reconocerlo como un profesor benemérito.

Su agradecido amigo y seguro servidor, E. Agudo Freites.


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