BABATUNDE EL METAFÍSICO
Porque soy espiritualista y he incursionado en el mundo metafísico. No
quiero ensuciarme el aura con toxinas de animal.
Hambre, hambre, mucha hambre. En la región del Kalahari el hambre azota
con acento pleno. Allí sueñan
especialmente por sabrosa carne a la parrilla. Imaginan los humillos
aromáticos expandiéndose por el aire y
penetrando en las chozas e hiriendo con agradables caricias el olfato de los
moradores.
La familia de Oleque, integrada por el propio Oleque, sus dos mujeres y
sus ocho hijos, procura distraerse con los recuerdos de mejores días. Se
destaca Babatunde, de nueve años de edad, que ya no tiene fuerzas ni para
quejarse.
Los hombres salieron a cazar mientras las mujeres se las arreglan lo
mejor que pueden para engañar los estómagos de los más pequeños, calentando
piedras para simular que están preparando los alimentos.
Pasan cinco días…hasta que por fin entran los cazadores a la aldea, dando
gritos de alegría. Tuvieron suerte. Ahora traen una presa cuya carne repartirán
equitativamente entre todas las familias. Allí funciona mejor que en otros
lugares la consciencia de comunidad.
Ahora el humo de la parrilla es algo real. Oleque y sus mujeres llaman a
los niños. Pero Babatunde no está.
-Babaaatunnnnde, Baaabatundeeee- gritan todos.
Cuando finalmente aparece Babatunde, Oleque le arma un zaperoco:
-Pero, ¿qué te pasa, Baba? ¿Qué hacías? Antes chillabas de hambre y ahora te haces de rogar? Ven a comer,
carajo, que se acaba la carne…
-No, papá, no comeré “eso”.
-¿Queeee? ¿Por qué?
-Porque soy espiritualista y he incursionado en el mundo metafísico. No
quiero ensuciarme el aura con bajas energías ni toxinas de animal. Quiero
avanzar espiritualmente y llegar a ser algún día un maestro ascendido. Soy
vegetariano, como la maestra Calpurnia Mendible.
-¡Nooo jodaaas, Babatunde, no jodas…
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