Apoteosis del Derecho Invertebrado
EL DERECHO INVERTEBRADO.
VIDA UNIVERSITARIA DE LOS SIETE SABIOS. CUENTOS DE LA TROJA DOS.
Una tarde de domingo se presentó en el rancho un conocido de los Sabios
de nombre Sildos, quien vivía en el
mismo barrio. También estudiaba Derecho en Ucevépolis. Asistía a clases como alumno
regular. Estaba casado y trabajaba como buhonero en el centro de Atenas. De
origen pelasgo, se había establecido en Los Mamónides, donde muchas veces había
tenido que lidiar a cuchillo con los malandros, para defender a la familia.
Siempre corría peligro cuando regresaba a casa después de una agotadora jornada
de trabajo y de haber asistido a clases en el horario nocturno.
Les dijo que el profesor de Filosofía le había impuesto preparar una
exposición sobre la evolución del Derecho, y pidió el asesoramiento de Solón porque
había sido legislador.
Solón comenzó por preguntarle qué entendía como “evolución del Derecho”.
Y Sildos le respondió que entendía la evolución del Derecho como la aprobación
de leyes nuevas por el órgano competente.
-¿Qué tipo de leyes?
-Leyes que respondan a la realidad social
-y a la realidad política también, inevitablemente…Dame un ejemplo de
ese tipo de leyes…
-Por ejemplo, acaba de entrar en vigencia una ley que establece normas
de protección del genoma humano.
-Ah, sí, la Ley de Bioética…¿Y tú crees que es suficiente crear e
imponer una ley, sin más? Dame otro ejemplo…
-Tenemos también la nueva ley antidrogas y la ley de protección al niño
y…
--¿Y tú crees que basta la existencia de la ley para que todo marche
sobre ruedas?
-Sí. Lo que falta es aplicarlas…
-Si se deben aplicar es porque se supone que son leyes perfectas. ¿Verdad?
Pero, ¿cuándo puede decirse que una ley es perfecta?
-Cuando está bien elaborada, cuando ha sido debidamente debatida y aprobada con la debida reflexión.
-Si nos atenemos a estas condiciones, las leyes nazis fueron leyes perfectas,
pues cubrieron esas características…Pero, dime, ¿qué pasó con ellas? ¿Acaso no
sirvieron al régimen nazi para discriminar, perseguir, asesinar y cometer todo
tipo de delitos? Entonces no eran leyes
perfectas sino para los nazis, sólo para los fines del Nazismo. ¿Te das cuenta de qué es una ley perfecta? ¿De
qué depende la perfección? ¿Basta el cumplimiento de las exigencias técnicas?
-Se ve que no bastan las exigencias técnicas
-¿Qué se requiere además de la técnica?
-Algo más que yo no sé, pues
apenas estoy cursando el primer año de Derecho.
-Ese algo más que tú dices son unas condiciones más profundas. Tan
profundas como la responsabilidad moral que debe ser el fundamento de acción de
los legisladores.
-Pero, amigo Solón, los legisladores no respetan las normas morales
-Unos sí y otros no
-¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué unos sí y otros no?
-Porque cada legislador tiene libertad para escoger una cosa u otra, se cree con derecho a escoger entre lo bueno y
lo malo, lo cual es una aberración.
-Pero, ¿no dicen que el hombre es libre para escoger?
-Ese es el principio del libre albedrío. Pero el libre albedrío no cabe
en los asuntos públicos.
-¿No?
-No, Sildos, no. El libre
albedrío pertenece a la vida privada, no es aplicable en la vida pública,
porque permite escapar a la responsabilidad moral. A los legisladores, como a
todos los funcionarios, no les pertenece el derecho a optar por los fines
buenos o por los fines malos: siempre deben atender al Bien y solamente al Bien.
-Pero, ¿cómo impedir a los legisladores que apliquen el libre albedrío? ¿Cuándo
se podría lograr que todos los legisladores acatasen la Ética, la Moral?
-Cuando la Moral sea obligatoria como ley jurídica para todos los
funcionarios
-Pero, Solón, nadie aceptaría
esta forma de pensar, esta filosofía
-No hay necesidad de que los funcionarios la acepten. Porque la Moral tiene ahora carácter jurídico,
y ha logrado este carácter a través de los Derechos Humanos.
-¿Cómo sucedió eso?
-Cuando en 1948 la ONU proclamó los Derechos Humanos, la Moral penetró
en el Derecho porque el fundamento de los Derechos Humanos no es un fundamento
jurídico sino moral. Desde entonces la
Moral pasó a tener carácter jurídico y, debido a su valor superior, pasó a ser
la norma suprema del ordenamiento jurídico y el Estado de Derecho pasó a ser
Estado Ético de Derecho.
-¿Quiere decir que ahora no existe el Estado de Derecho sino el Estado
Ético de Derecho?
-Efectivamente, Sildos. Lo que ocurre es que los ciegos no quieren ver y
los sordos no quieren escuchar. No quieren razonar. Porque si los Derechos
Humanos se fundan en la Moral, la Moral pasó a estar vigente en el Derecho: la
Moral es hoy norma jurídicamente obligatoria. Y como ello es así, no queda
lógicamente sino admitir que el Estado no es hoy de simple Derecho, sino de
Moral y Derecho, es decir, un Estado Ético de Derecho.
-¿Pero qué pasará conmigo si yo le planteo estas cosas al profesor?
-Lo más probable es que te aplace. Depende de si es un sujeto dogmático
o no. Y las Escuelas de Derecho están repletas de docentes dogmáticos.
-¿Por qué?
-Porque no les conviene lo nuevo, lo verdaderamente nuevo, lo que les
saca de la rutina, lo que les exige estudiar el tema.
-Entonces, mejor no planteo nada de esto al profesor. Eso puede significar
la pérdida de mi carrera.
-Tú decides. Yo cumplo con orientarte conforme a mi consciencia. Todo
ser humano que defienda la verdad corre riesgos. Si decides seguir el camino de
lo tradicional para no tener problemas, tú verás…Decidirás si sigues las
huellas del Derecho Invertebrado o luchas por un Derecho Nuevo
-¿Derecho invertebrado?
-Sí, el Derecho-molusco. Puro Derecho, porque carece de los huesos de la
Moral. Un Derecho que funciona a medias,
y funcionar a medias es, simplemente, no funcionar
-¿Y por qué no funciona?
-Porque es un Derecho torcido por los intereses personales y de grupo. Un
Derecho inestable, inseguro, de Justicia acomodaticia, según convenga o no
políticamente. Un Derecho manipulado y manipulable.
-Francamente, me da miedo hablarle de estas cosas al profesor.
-Tú decides…O te sometes a la Filosofía del Derecho invertebrado o luchas por el Derecho Verdadero: el Derecho
que busca el Bien a través de la Justicia.
-Cuánto desearía no ser cobarde…
-Consuélate, que el profesor es probablemente más cobarde que tú…
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