LA
PANDEMIA DEL ZOMBI-VIRUS O CONVID 2020
Fue otro el virus que abrió puertas al
“Convid-19…
El Maestro Escrutador, cuyo rostro jamás
fue conocido porque hablaba detrás de unos prismáticos “ciegos”, pero penetrantes,
dejó escuchar su voz aquella tarde:
“Al día de hoy el mundo está conmovido,
perturbado y tembloroso porque siente el azote de lo que han dado en llamar
pandemia del “Coronavirus”. Debo decirles con toda responsabilidad que fue otro
el virus que abrió puertas al “Convid-19, pues generó a lo largo del Siglo
pasado el ambiente propicio para la invasión del morbo que ha penetrado el
alerta de la Humanidad, dejándola casi indefensa: me refiero al “Zombi-Virus o
CONVID 2020”.
Se trata del virus de la molicie, del
desbocamiento, de la incontinencia moral que han fomentado básicamente la televisión y sus ramificaciones fílmicas.
El virus físico tuvo como condición y
base un virus psicológico y espiritual que ha inundado hasta los últimos
confines del Planeta, llevando insinuaciones y sugerencias de una apertura
inconveniente al libertinaje, cuyos excesos chocan con la más básica
racionalidad pues contribuyen al descenso del ser humano en la escala de los
valores, todo sobre la base de un incremento de la mediocridad en el comportamiento, de la superficialidad en los juicios, de la
irresponsabilidad en los procedimientos, de la ligereza en las concepciones,
del irrespeto en las relaciones, del uso de la violencia, de la distorsión de
los conceptos y de la jactancia en el mal y en la crueldad.
Proyectando el
veneno de su esencia a través de la televisión y de las ramificaciones de ésta,
el Zombi 2020 convierte a los seres humanos en vivos-muertos, pues los
adormece, les perfora el cerebro, les congela la sangre y, en pocas palabras,
los estupidiza, pues se trata de un estupefaciente insidioso. Esconde sus
efectos perniciosos en la apariencia de la gracia, de la belleza, del chiste,
del chisme y de las insinuaciones, disfrazándose de elementos de cultura
ficticia, que hacen del subconsciente un depósito de
criterios de estupidez que, sin que las víctimas lo noten, éstas aplican en sus
relaciones familiares, laborales y ordinarias. Relaciones donde suelen
formularse planteamientos absurdos y donde se proponen soluciones más absurdas
aún.
En síntesis, la
televisión nacional e internacional, es un narcótico que embota la capacidad de
razonamiento y distrae en lo substancial, sembrando y alimentando efectos
extremadamente nocivos y muchas veces irreversibles: idiotez en el enfoque de
la vida, en la concepción de los valores, en la forma de resolver los
problemas, y superficialidad en los
juicios y en la búsqueda de la verdad, si es que la verdad a ese nivel todavía
les interesa, pues el virus todo lo destruye, hasta la aversión a la mentira..…
Cuidado con lo
que alimenta vuestro subconsciente, brecha a través de la cual penetran los
virus no físicos”.
Cesó la voz del
Maestro, quien se retiró detrás del biombo.
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